¿Qué pasa con la seguridad en Barranquilla?



Por: Juan Roa De Ávila

Al mismo ritmo que crece la pujanza de Barranquilla están creciendo los problemas sociales, respecto a los cuales no le queda otra alternativa diferente a las autoridades distritales y policivas que ponerles mucha atención.

Los enfrentamientos entre organizaciones delincuenciales, la presencia de redes de bandas emergentes y las pugnas por el control del expendio de drogas, son hechos inocultables en nuestra urbe.

Los grupos criminales siguen actuando de la misma manera como lo han venido haciendo desde hace varias décadas, los promotores de estos hechos frecuentan las zonas deprimidas, lugares donde arman especialmente a los jóvenes, fomentando la delincuencia y ocasionando muertes.

La delincuencia común se ha movido últimamente con el empleo de todas sus fuerzas y ha generado una grave situación de criminalidad y Barranquilla lamentablemente se ha convertido en uno de sus escenarios.

La concurrencia de muchos factores le aportan a la capital del Atlántico altas tasas de delitos, que lógicamente generan un ambiente de inseguridad y de inquietante incertidumbre.

En forma simultánea a las necesarias acciones de vigilancia y control se requiere emprender programas de carácter social que apunten a la prevención del delito entre la población más vulnerable.

En algunos barrios periféricos de nuestra ciudad, persisten desde hace ya muchos años los enfrentamientos entre pandillas, a pesar de que se está realizado una intervención real, no sólo para controlarlas en materia de orden público, sino para desarticular esas redes y reincorporar a la civilidad a los componentes de dichas bandas.

La lógica de los integrantes de estas agrupaciones delincuenciales  es una realidad en los sectores marginados, esto ha hecho que gran número de jóvenes estén ingresando a las actividades delincuenciales.

La denominada guerra entre pandillas ha obligado a las autoridades a cercar algunos barrios donde se libran estas luchas. Pero esta no pasa de convertirse en una medida transitoria, porque lo único que realmente acabará con esta situación es brindar oportunidades de desarrollo a esas comunidades, diferente a empuñar un arma y salir a las calles a delinquir.

Homicidios, atracos, además de otros hechos violentos, son manifestaciones que preocupan a los barranquilleros de bien, puesto que observan cómo ha desaparecido aquella percepción de seguridad que otrora caracterizó a nuestra ciudad.

Cada semana las autoridades de Policía presentan a los medios de comunicación resultados de sus operativos en materia de allanamientos y capturas que se logran con sus controles y procedimientos, no obstante sigue siendo valiosa y necesaria la colaboración de la comunidad.

Si bien se requiere de una mayor presencia y reacción de la Policía, a la que hay que respaldar en su tarea de recuperar lo que ahora se llama percepción de seguridad, se requiere de políticas públicas de los gobernantes para apoyar la misión de los organismos de seguridad, así como una justicia más implacable y ejemplarizante.

Igualmente, el resto de la sociedad debe estar más alerta y participativa para colaborar con las autoridades en la lucha contra la delincuencia, a través de la denuncia y estando más alerta y acatando las recomendaciones de la Policía para evitar ser víctima de actos criminales.

Es cierto – y con toda la razón– que muchos habitantes de algunos barrios de Barranquilla, generalmente guardan silencio por temor, aunque conozcan perfectamente sobre la existencia de bandas delincuenciales en esos sectores de nuestra capital.

Por estos frecuentes casos, los cuales aparecen diariamente en los medios de comunicación de nuestra ciudad, menester que las autoridades competentes se enteren de esta gran verdad.

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