Por Juan Roa De Ávila
El fútbol es un deporte
de multitudes y adentrar en las entrañas de su historia es revivir a
sentimiento propio las innumerables hazañas y pasiones que desata el deporte
rey. No cabe duda de la significativa aceptación que goza entre los que alguna
vez se han puesto un par de guayos para jugarlo.
En Barranquilla, ciudad
con olor a fútbol y cuna del balompié nacional, han quedado en la memoria del tiempo aquellos encuentros barriales de
antaño, donde se jugaba bajo el inclemente sol de las calles a bola e’ trapo, para trasladarse a
terrenos de lo que hoy por hoy representa un boom ascendente en la
ciudad: las canchas sintéticas.
La gran demanda de
estos novedosos escenarios deportivos ha
consolidado un movimiento comercial rentable, una moda que ha estallado en la
ciudad. “Es una novedad, una innovación. Pienso que se ha ido convirtiendo en
un hobby”. Sostiene Carmen Rodríguez, colaboradora de la cancha ‘La Masía’, que
funciona hace más de 3 años.
Su vertiginoso aumento
permite que estén distribuidas en gran
parte de la geografía barranquillera. Algunas como Fútbol con Corazón funcionan al norte; otras como La Maracaná y la Unidad Deportiva Metropolitana tienen sus instalaciones en el
centro y área metropolitana de la ciudad, respectivamente.
En las sintéticas, el
juego se rige bajos sus propias normas. El balón nunca abandona el terreno de
juego y tampoco existe la figura de autoridad del árbitro. Así, el juego se convierte en una actividad de
mayor dinámica. “Me gusta jugar porque la cancha es grande y la grama es buena.
Vengo a jugar dos o tres días a la semana.”, afirma Camilo Torres, asistente a la
La Masía, en cercanías al parque
Gnomos.
Pero ¿dónde está el
negocio? Calcular en cifras concretas el valor de la instalación de una cancha
sintética depende de varios factores: el primero tiene que ver con el estrato socioeconómico
donde se encuentre; el segundo se relaciona con las dimensiones del terreno que
ocupa. En promedio, su cotización de instalación puede estar girando alrededor
de unos $300 millones de pesos, teniendo en cuenta el acondicionamiento que
acompaña al espacio: montaje de las mallas, gramado sintético, iluminación, duchas,
vidrios de seguridad y más.
A criterio de algunos
propietarios, la inversión se podría estar recuperando en uno o dos años,
dependiendo del impacto que tenga el establecimiento en el público y de las
utilidades que se generen por conceptos de parqueaderos, alquileres y ventas
comerciales -la gran mayoría comercializa bebidas y productos comestibles-.
Los precios de alquiler de una cancha se regulan
teniendo en cuenta el estrato socioeconómico donde funcione, la hora del día y
el tiempo de ocupación. “Los precios se regulan de acuerdo a las horas. Hay
horas en las que no hay tanto movimiento. Ya en las horas ‘pico’ incrementamos los precios hasta
$120 mil, que es el valor más costoso”, señaló Gustavo Serje, administrador de la fundación Fútbol con Corazón.
Aunque aún no existe una
empresa que lidere el ‘mercado verde’ en la ciudad, ya comienzan a aparecer en
el medio reconocidos personajes que en su momento figuraron en el plano del
fútbol internacional como Carlos ‘El Pibe’ Valderrama, con su cancha La Castellana. Según su administrador, Omar
García, la figura del ‘mono’ influye de
manera notable en el éxito que registra el establecimiento.
“La incidencia del Pibe
es total no sólo en los jugadores, sino en los niños. En ocasiones, él ha llegado
cuando hay celebración de cumpleaños, es una locura”.
El fenómeno viene en
aumento y su rentabilidad parece estar generando que otros empresarios
incursionen en el mercado. Es, sin lugar a dudas, un negocio
rentable a largo plazo.
Actualmente funcionan en
la ciudad alrededor de 60 a 70 canchas que se encuentran bajo la supervisión de
la Cámara de Comercio de Barranquilla.
Se organizan desde partidos
amistosos hasta campeonatos donde asisten niños y adultos. Poco a poco se han
venido convirtiendo en promotoras de recreación no sólo como moda, sino también
como un lugar de esparcimiento de todos y para todos los géneros, edades y condición.
Comentarios
Publicar un comentario